jueves, 6 de diciembre de 2012

La morfología de la varroa


Todos los apicultores ya conocemos  a la varroa y sus consecuencia, pero para los que la conozca o se este iniciando en la apicultura, vamos a dar un breve repaso sobre sus características morfológicas, en otro post se tratará sobre los tratamientos actuales.

La varroosis es una enfermedad parasitaria de las abejas melíferas cuyo agente etiológico pertenece al género Varroa.

En España, supone un problema sanitario de primer orden, el primer foco fue diagnosticado en diciembre de 1985 y la declaración oficial de epidemia se produjo el 28 de febrero de 1986.

Aunque ya  fue descrito por A. C. Oudemans en 1904, dedicando el nombre génerico a Marco Terencio Varrón y a E. Jacobson (el colector) el nombre específico.

La varroa es un acaro y hasta hace poco se consideraba que en España las abejas melíferas eran parasitadas por Varroa jacobsoni, pero el estudio genético de esta especie ha demostrado la existencia de dieciocho haplotipos diferentes, siendo definidos seis de ellos como Varroa destructor.

Los datos actuales indican que la especie presente en España es el haplotipo Korea de Varroa destructor Varroa es un parásito obligado de las abejas melíferas, su esperanza de vida sin su hospedador no supera los 2 días.

 Las varroas se alimentan de la hemolinfa de las abejas que parasitan. Se distinguen dos fases distintas en el ciclo biológico de Varroa, una fase forética y una fase reproductiva.

La  fase forética, se desarrolla sobre las abejas adultas y tiene una duración variable que oscila entre 7-8 días y varios meses, dependiendo principalmente de la presencia o ausencia de cría en las colmenas. Esta fase sólo se presenta en varroas adultas hembras ya que los machos y las fases intermedias no sobreviven fuera de la cría.

La fase reproductiva se desarrolla en el interior de la cría operculada de las colmenas y tiene una duración variable (12-15 días) dependiendo del tipo de cría parasitada (obrera-zángano). Para reproducirse, una o varias varroas hembras, fecundadas o no, penetran en una celdilla de abeja o zángano que está a punto de ser operculada y se ocultan en el fondo de la celdilla, en el alimento para la larva, en espera de que las abejas nodrizas cierren la celdilla.

Después de la operculación, la larva de abeja termina con los restos de alimento, momento que aprovechan las varroas para liberarse de esta sustancia y subirse al cuerpo de la larva. Seguidamente la larva defeca y teje un capullo en torno a la pared de la celdilla, operación que tarda en efectuar entre 33 y 48 h dependiendo de si es larva de obrera o de zángano. Mientras la larva teje, el ácaro permanece sobre su cuerpo para no quedar atrapado entre el capullo y la pared de la celdilla lo que le impediría alimentarse.

Los ácaros concentran sus heces en un punto del capullo, generalmente cercano a la zona anal de la pupa, se vuelven menos activos y permanecen sobre sus heces desplazándose sobre la abeja sólo para alimentarse. Siempre se alimentan en la zona abdominal de la abeja, evitando dañar las extremidades, mandíbulas y alas del hospedador, lo que podría suponer que la abeja no fuese capaz de romper el opérculo llegado el momento y muriese quedando el ácaro y sus descendientes atrapados en la celdilla.

Entre las 60 y las 70 h postoperculación, la varroa pone su primer huevo en la parte anterior de la celdilla, sobre el capullo.

Las varroas sufren una metamorfosis gradual pasando por diferentes estados de desarrollo: huevo, protoninfa, deutoninfa y adulto, tardando en realizar la metamorfosis entre 5,5 y 6,5 días, dependiendo de si es hembra o macho. Después del primer huevo, la oviposición continúa con un huevo cada 30 h. El primer huevo es macho (haploide) y el resto son hembras (diploides). De esta forma el macho ya es adulto cuando la primera varroa hija llega a adulta.

Las hembras son fecundadas por los machos dentro de la celdilla ya que éstos no sobreviven fuera de la celdilla. Debido a la duración del periodo de operculación, cada varroa llega a poner un máximo de 5 a 6 huevos, de los que en el momento del nacimiento de la abeja habrá 1 ó 2 hembras maduras (fecundadas o no) que se prenden directamente al nuevo individuo. Una vez que nacen, cada abeja limpia su propia celdilla y al retirar los restos de la muda, eliminan al macho y todas las formas inmaduras que pudiera haber.